La llegada de la menopausia significa que el sistema reproductor femenino deja de trabajar y debe adaptarse al cese de su actividad.
Algunas mujeres pueden echar de menos el periodo o los embarazos, pero la transición también acarrea algunas molestias y hemos de vigilar que ninguna de ellas suponga mayores problemas a largo plazo.
Durante la vida fértil de las mujeres, los estrógenos mantienen la vagina húmeda, elástica y con un flujo adecuado de sangre, pero en el momento en que la función ovárica finaliza con la bajada de los niveles de estrógeno, los tejidos del sistema genitourinario se atrofian.
El epitelio vaginal se atrofia durante la menopausia debido al déficit de estrógenos. Esto provoca una pérdida de las células superficiales ricas en glicógeno y un aumento de las parabasales. Todo ello deriva en una mayor sequedad que puede provocar dolor.
¿En qué síntomas se traducen estos cambios?
La mayoría de los síntomas forman parte del llamado Síndrome genitourinario de la menopausia, un abanico de problemas crónicos genitales, sexuales y urinarios que, lejos de solucionarse solos, pueden empeorar con el tiempo si no se tratan.
El hipoestrogenismo característico de la menopausia da lugar a una atrofia general del aparato genital. Es característica la pérdida de elasticidad del introito vulvar, así como una reducción tanto de las glándulas vaginales como del grosor del epitelio escamoso vaginal, lo que comporta una disminución de la lubricación. A todas estas modificaciones, también se une la alteración de la flora vaginal habitual que protege la mucosa frente a los microorganismos patógenos y comporta un mayor riesgo de infecciones locales.
Las alteraciones ginecológicas que comporta la menopausia dan lugar a diversos síntomas: sequedad, quemazón, prurito vaginal, dispareunia, vaginitis, sensación de plenitud en el introito vaginal y otros.
Por otra parte, es muy habitual que tales síntomas, unidos a la clínica urinaria y a los cambios psicológicos y socioculturales propios de la menopausia, interfieran en mayor o menor grado en la sexualidad de la mujer.
Realmente, la prevalencia de los síntomas relacionados con la atrofia genitourinaria en el climaterio no está bien definida. Ello es debido a que muchas mujeres consideran esta sintomatología como una consecuencia inevitable del envejecimiento, lo que hace que no busquen ayuda médica. Los estudios sobre la prevalencia estiman que los síntomas de la atrofia urogenital afectan a un porcentaje comprendido entre el 10 y el 40% de las mujeres posmenopáusicas.
Infecciones urinarias
Las infecciones urinarias son comunes en mujeres de todas las edades, aunque la prevalencia muestra que se incrementan con la edad; de hecho, aproximadamente entre el 10 y el 15% de las mujeres mayores de 60 años sufren frecuentes infecciones de orina. El origen de estas infecciones está relacionado con alteraciones de la flora bacteriana que son secundarias al incremento del pH vaginal que tiene lugar con la menopausia; en esta situación, la vagina es colonizada por bacterias distintas de las que constituyen su microbiota habitual, lo que probablemente aumenta la susceptibilidad de la mujer a padecer infecciones urinarias: uretritis, cistitis...
Síndromes de urgencia-frecuencia miccional e Incontinencia
Los síndromes de urgencia-frecuencia miccional están relacionados directamente con la atrofia urogenital secundaria a la disminución de la producción estrogénica. Esta situación implica la pérdida del control voluntario de la micción, lo cual se traduce en una necesidad urgente e imperiosa de orinar. Este trastorno afecta, como mínimo, al 30% de las mujeres de más de 65 años.
La incontinencia urinaria se hace más frecuente a medida que avanza la edad de la persona y se estima que afecta aproximadamente al 25% de las mujeres mayores de 60 años. Esta alteración tiene importantes repercusiones físicas, psicosociales y económicas y sus principales factores de riesgo incluyen la edad, las gestaciones, los partos y la obesidad. La relación entre incontinencia y disminución estrogénica no está totalmente comprobada, sin embargo, el hipoestrogenismo hace que todo el sistema de presiones de la vía urinaria caiga, lo que unido a la paulatina degradación de la uretra y la vejiga, favorece la aparición de incontinencia de esfuerzo.
Por otra parte, el agravamiento del cuadro de urgencia miccional conlleva la aparición de otro tipo de incontinencia, la denominada incontinencia urinaria de urgencia. Ambos tipos de incontinencia (esfuerzo, urgencia) son sumamente frecuentes en la mujer tras la aparición de la menopausia.
Sequedad Vaginal
Desde la perspectiva ginecológica, uno de los primeros motivos de consulta de la mujer postmenopáusica, es la sequedad vaginal; algunas mujeres la refieren asociada al coito, ocasionando un descenso de las relaciones sexuales, aunque en muchos casos no es esta la única causa, ya que se deben tener en cuenta otras circunstancias que coinciden en esta etapa de la vida.
La sequedad vaginal puede generar diversos síntomas, tales como prurito vaginal, dispareunia y vulvodinia.
La vaginitis atrófica es debida al hipoestrogenismo, que entre las diferentes alteraciones que causa en la vagina, origina un descenso en el contenido de glucógeno, lo que impide el mantenimiento de la microbiota vaginal habitual; esa flora habitual mantiene la acidez del pH vaginal, pero al desaparecer, ese pH se vuelve alcalino y favorece el crecimiento de una flora mixta que predispone al desarrollo de infecciones.
Todo el cortejo sintomático descrito mejora sensiblemente instaurando un tratamiento con estrógenos; su eficacia ha sido comprobada, tanto administrados por vía oral, como por vía vaginal.
Otra opción terapéutica son los lubricantes vaginales no hormonales, los cuales, pueden resultar útiles como terapia de mantenimiento en pacientes que presentan síntomas leves.
Disfunciones sexuales
La menopausia causa una serie de cambios hormonales que interfieren en la respuesta sexual; en este sentido, el hipoestrogenismo da lugar a diferentes alteraciones genitales que dificultan el mantenimiento de relaciones sexuales. Además de estas alteraciones genitales, la disminución estrogénica causa una disminución de la líbido.
Al mismo tiempo, los factores psicológicos y socioculturales influyen notoriamente en la sexualidad femenina en esta etapa de la vida; un porcentaje muy alto de mujeres relaciona la menopausia con el fin de la vida reproductiva, y a la vez, con el fin de la vida sexual.
En cualquier caso, numerosos estudios indican que la presencia o no de disfunciones sexuales femeninas en esta etapa va íntimamente unida a la relación con la pareja y al estado físico de ambos; de hecho, si la pareja tiene una buena relación afectiva y no padece inconvenientes físicos que la limiten, la actividad sexual puede mantenerse de por vida.
En otros casos, la presencia de disfunción sexual en esta etapa no está relacionada obligatoriamente con la menopausia y sus consecuencias; es bastante habitual que el origen de este problema sea la presencia de enfermedades crónicas comunes o incluso que aparezca como efecto secundario de fármacos de uso habituales como sedantes o tranquilizantes que actúan sobre el sistema nervioso central e influyen en la respuesta sexual.
Respecto a las opciones terapéuticas, puede recurrirse a la psicoterapia, a la terapia no hormonal o a la terapia hormonal sustitutiva, ya sea con estrógenos solos o con andrógenos; los estudios realizados que emplean estos últimos indican que se produce una mejoría del deseo, de la líbido y de la actividad sexual en general.
Referencias
¿Qué es hipoestrogenismo? Diccionario Médico - Clínica U. Navarra. (n.d.).
Martín, R., Soberón, N., Vázquez, F., & Suárez, J. E. (2008). La microbiota vaginal: composición, papel protector, patología asociada y perspectivas terapéuticas. Enfermedades Infecciosas Y Microbiología Clínica, 26(3), 160–167.
Fernández, B. (2021, April 14). ¿Qué es la Incontinencia Urinaria de Urgencia? ¿Por qué se produce? ¿Cómo resolverla? Lyx Instituto De Urología.
Pablos, G. (2023, July 3). As� cambia la menopausia el cuerpo de la mujer. ELMUNDO.
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