Según nuestro tipo de dieta, podemos aumentar o disminuir el estrógeno y la testosterona de nuestro cuerpo, así como también mejorar la función de la insulina y prevenir o incluso revertir la diabetes.
El rol de las hormonas en la salud y la relación que tiene la alimentación es algo que viene estudiándose desde hace relativamente poco y en un ámbito muy concreto: el de los cánceres relacionados con las hormonas (cánceres de próstata, mamas, ovarios…).
Las Hormonas
Las hormonas son mensajeros químicos que juegan un papel fundamental en numerosos procesos corporales, aumentando o reduciendo nuestro metabolismo, controlando la función reproductiva, interviniendo en cómo almacenamos la grasa e incluso afectando al estado de ánimo.
Cuando pensamos en hormonas, generalmente consideramos solo los estrógenos y la testosterona, conocidos especialmente por intervenir en la fertilidad, y la insulina, que resulta clave en la correcta absorción de los azúcares. Sin embargo, se considera que hay más de sesenta hormonas en nuestro cuerpo, participando en todo tipo de funciones y procesos.
La mayoría de nosotras pensamos que el equilibrio hormonal es algo que está fuera de nuestro alcance, que no hay nada que podamos hacer para mantener una buena salud hormonal salvo prevenir la exposición a ciertas toxinas que alteran nuestro metabolismo,
pero la alimentación juega un papel fundamental en los niveles de estrógeno y testosterona que circulan en nuestro cuerpo, además de ayudar a que la insulina ejerza adecuadamente su función.
Con la alimentación, podemos “controlar”, hasta cierto punto, nuestros niveles de hormonas, aliviando muchos trastornos, mejorando síntomas de enfermedades o incluso participando en revertirlas, como es el caso del cáncer de próstata en estadio temprano o la diabetes tipo 2.
Salud hormonal y alimentación
La alimentación juega un papel fundamental y todavía poco reconocido en la salud hormonal , en nuestra fertilidad, menstruación, menopausia y diversos cánceres y otros trastornos.
La alimentación óptima para prevenir o incluso tratar muchos de los trastornos relacionados con un desequilibrio hormonal es alta en fibra y baja en grasas, y evita los alimentos de origen animal, especialmente las carnes procesadas y los lácteos.
Es decir, una alimentación basada en plantas y alimentos integrales sin procesar.
La pérdida de peso nos ayudará mucho también, ya que la grasa presente en las células de los músculos es una “fábrica” de hormonas, especialmente estrógenos, que puede provocar que nuestro equilibrio hormonal se pierda. Los alimentos ricos en fibra, además de ayudarnos a mantenernos en un peso saludable, nos ayudan porque la fibra juega un papel fundamental en la regulación hormonal, eliminando el exceso de hormonas con la excreción.
La alimentación no es el único factor involucrado en nuestra salud hormonal, porque el ejercicio también influye, así como nuestra salud mental y emocional.
La grasa en el equilibrio hormonal
Algo crucial en la salud hormonal es que el tejido adiposo (la grasa acumulada en nuestro cuerpo) no está inactivo esperando a que se necesite quemar grasa para producir energía, sino que la grasa acumulada en el cuerpo actúa también como una “fábrica” de hormonas.
La grasa corporal produce estrógenos, no solo en las mujeres, sino también en los hombres. Este es uno de los motivos principales por los que a los hombres con sobrepeso les crece el tejido mamario: el estrógeno proviene del exceso de grasa acumulada en el cuerpo.
También, por otro lado, la grasa corporal reduce la SHBG (globulina fijadora de hormonas sexuales), una glicoproteína que se asocia a las hormonas sexuales y las inactiva hasta que resulten necesarias, impidiendo que puedan causar desequilibrios.
Las dietas en las que predomina la carne son también generalmente altas en grasa, aumentando el tejido adiposo, el cual produce estrógenos y reduce la SHBG.
Los lácteos y su efecto en la salud hormonal
Los alimentos de origen animal, especialmente los lácteos, influyen en nuestra salud hormonal.
Los lácteos, especialmente la leche entera y el queso, tienen muchas calorías y grasa , lo que repercute en la grasa corporal; tampoco tienen fibra, lo que reduce el contenido de fibra total de nuestra dieta, y, lo más significativo, contienen estrógenos, especialmente el queso.
Además del estrógeno presente en la leche y el queso, la lactosa también influye en la salud hormonal. Durante la digestión, la lactosa se descompone y libera dos moléculas de azúcar más pequeñas, glucosa y galactosa. La galactosa puede ser tóxica para los ovarios y dañar las células que se convierten en óvulos.
También la fertilidad masculina se ve afectada por el consumo de lácteos, especialmente quesos y demás lácteos altos en grasa.
Hormonas y alimentación en la menopausia
En los años reproductivos aumenta la producción de estradiol y progesterona en los ovarios; sin embargo, en la menopausia los ovarios se están quedando sin ovocitos u óvulos viables, y al no ocurrir la ovulación, la cantidad de estradiol y progesterona cae bruscamente, lo que lleva a muchos cambios en el cuerpo físico y en el cuerpo emocional-mental.
Al igual que con otros desequilibrios hormonales, comer más alimentos ricos en fibra, tomar fitoestrógenos (soja, semillas de lino) y también bajar de peso nos ayudará.
Parecería que si la grasa produce estrógenos y tenemos más células de grasa, se deberían reducir los síntomas asociados al descenso de estrógenos de la menopausia, pero la investigación ha demostrado exactamente lo contrario: las mujeres más delgadas tienen menos probabilidades de sufrir sofocos.
Una buena medida es introducir productos derivados de la soja en la dieta (miso, edamame, tofu, tempeh…). Un estudio de 1999 en Gifu, Japón, comparó las dietas de las mujeres que tuvieron sofocos con las de las mujeres que no los tenían; las segundas tendían a comer más soja, especialmente productos de soja fermentados
Soja, semillas de lino y fitoestrógenos
La soja puede ser una importante clave en nuestra salud hormonal, siempre en moderación y sabiendo el perfil nutricional de la soja que ingerimos, ya que no todas son iguales.
La soja contiene naturalmente una clase de fitoestrógenos llamados isoflavonas, los fitoestrógenos se acoplan a los mismos receptores que nuestro propio estrógeno, pero tienen un efecto más débil, por lo que pueden actuar para bloquear los efectos del nuestro.
La soja parece reducir el riesgo de cáncer de mama, tiene un efecto antiestrogénico, pero también puede ayudar a reducir los síntomas de los sofocos menopáusicos, lo que sería un efecto proestrogénico.
Cáncer de mama, endometrio y ovarios
El cáncer de mama es el cáncer más común al que se enfrentan las mujeres, después del cáncer de piel. Entre un 5 al 10% aprox. de los casos, los genes juegan un papel importante, y en el caso del cáncer de mama y otros cánceres relacionados con las hormonas, un factor esencial son los estrógenos.
Las mujeres posmenopáusicas con niveles más altos de estrógeno en la sangre tienen más del doble de riesgo de cáncer, en comparación con las mujeres con niveles más bajos.
En estudios epidemiológicos (sobre las poblaciones, sus hábitos dietéticos y tasas de enfermedad) también se ha visto la relación entre la dieta y los cánceres relacionados con las hormonas.
Para prevenir el cáncer de mama, endometrio y ovarios, tenemos que reducir el consumo de grasa (especialmente saturada), perder peso, evitar los lácteos, evitar el alcohol, aumentar el consumo de fibra y consumir alimentos vegetales no procesados y altos en antioxidantes.
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