Cuando hablamos de «hábitos saludables», nos referimos a esas prácticas diarias que tienen un impacto significativo en nuestra salud y bienestar general, y que a la vez puedan sostenerse en el tiempo.
Los cambios de año, son el momento ideal para adoptar nuevos hábitos que fomenten una vida más saludable y consciente.
Actividades físicas placenteras o una nutrición equilibrada y el cuidado de la salud mental.... cada paso que damos hacia un estilo de vida saludable, es importante.
Introduciendo en tu rutina hábitos tan sencillos como largos paseos o un mayor consumo de vegetales puedes mejorar tu salud. Te explicamos los hábitos que la Organización Mundial de la Salud recomienda para un estilo de vida saludable.
Actividad Física
El ejercicio no tiene por qué ser una tarea tediosa. Encuentra una actividad física que disfrutes, ya sea clases de baile, natación, andar en bicicleta, ir al gimnasio, practicar yoga o caminatas/running al aire libre. La clave es moverse de manera regular, lo cual no solo mejora tu condición física sino también tu estado de ánimo y tu salud mental.
Es importante que te sientas bién realizándola, ya que se ha visto que los hábitos que se sostienen en el tiempo, suelen ser aquellos que generan sensaciones agradables a las personas, de lo contrario, lo más probable es que se abandonen.
Ten presente que la práctica regular de actividad física ayuda a disminuir el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, etc y además, ayuda a liberar endorfinas, que producen sensación de felicidad.
Duerme al menos 7 u 8 horas al día
Un sueño reparador es fundamental para la salud física y mental. Si comienzas a dormir más y mejor, notarás diversos beneficios en tu día a día: tanto una probable mejora del humor, como un mejor rendimiento físico si realizas algún deporte, y rendimiento intelectual en el trabajo, el estudio y otras actividades cognitivas.
Es muy importante establecer una rutina en la que el sueño sea regular: yéndote a dormir y despertando en horas similares. Además, evitando pantallas unas horas antes de acostarte, creando un ambiente relajante en tu dormitorio y evitando alimentos estimulantes luego de las 18 h, como café, té negro y verde, etc.
Bebe más agua
Mantenerse hidratado es esencial para el funcionamiento óptimo de nuestro cuerpo: hay agua en cada una de nuestras células, así como en el espacio entre ellas. A su vez, nuestro cerebro necesita estar hidratado para funcionar correctamente.
Beber suficiente agua ayuda a mejorar la energía, a mejorar la digestión y a la eliminación de toxinas.
Además, si realizas alguna actividad deportiva, la hidratación será clave para optimizar el rendimiento.
Intenta beber agua antes, durante y después de las comidas y del ejercicio físico. Si te resulta más accesible, consigue una botella de agua cómoda para transportar siempre en tu cartera/mochila.
Come más frutas y vegetales
Los vegetales y frutas son fundamentales en la dieta para mantenernos saludables. Son fuente de fibra, carbohidratos de rápida energía, vitaminas y agua. Además, incorporar una variedad de estos alimentos en la alimentación habitual, suele reducir el riesgo de enfermedades crónicas y mejorar tu salud general.
No te limites a la hora de pensar tus platos: puedes incorporar frutas a las ensaladas, hacer smoothies con frutas y vegetales, complementar tus platos de almuerzo y cena con una guarnición diaria de vegetales al wok o en el formato que prefieras.
Come más lentamente
Tomarse el tiempo para masticar bien los alimentos no solo mejora la digestión, sino que también puede ayudar en la regulación del apetito. Al comer más despacio, das tiempo a tu cerebro para recibir la señal de saciedad (mediada por una hormona: la leptina), lo que puede evitar comer en exceso. Además, masticar bien puede aumentar la absorción de nutrientes y mejorar tu experiencia haciéndola más placentera.
Reduce el consumo de alcohol, tabaco y sustancias dañinas para tu salud.
Limitar o eliminar el consumo de estas sustancias es vital para tu salud y pueden mejorar la función cardiovascular, pulmonar y reducir el riesgo de enfermedades crónicas, además de que si practicas ejercicios, verás resultados significativos en cuanto al rendimiento deportivo o incluso en tareas cotidianas como bajar/subir escaleras.
El consumo de este tipo de sustancias debe ser medida, consciente y responsable, para cuidar correctamente la salud. Aunque sólo sea reducir el consumo, en comparación a lo que consumes habitualmente, verás resultados respecto a la salud del hígado y la digestión en general, e incluso se han visto mejoras en la cantidad y calidad del sueño.
Reduce las grasas de mala calidad.
Opta por grasas saludables como las que se encuentran en el aceite de oliva, los aguacates, las semillas, los pescados azules y los frutos secos, y reduce las grasas trans y saturadas que se encuentran en alimentos ultra procesados, fritos, manteca y carnes grasas.
El consumo excesivo de grasas saturadas de origen animal e hidrogenadas, en productos fritos y procesados, se asocian a mayor riesgo cardiovascular e inflamación crónica de bajo grado, la cual es la antesala del desarrollo de obesidad.
Regálate un momento diario solo para ti
Leer un libro, disfrutar de la preparación de una comida deliciosa, escuchar música relajante, salir a contemplar el atardecer o un rato de silencio… el hecho de dedicar tiempo para ti misma es esencial para recargar energías y mantener un equilibrio saludable en la vida.
Esa “pausa” placentera, aunque sea sólo por unos minutos al día, puede ayudar a establecer una base personal más sólida y estable para poder actuar durante el día de manera más consciente.
Reduce el tiempo diario con las pantallas
En nuestra era digital, es fácil caer en el exceso de tiempo frente a pantallas, lo que puede afectar negativamente nuestra salud visual, estimular excesivamente el sistema nervioso, generar ansiedad y estrés, y afectar la calidad de sueño. Restando tiempo, además, de realización de otras actividades que puedan sumar más a nuestra salud.
Establecer límites en el uso de dispositivos electrónicos, especialmente antes de dormir, puede mejorar la calidad y cantidad de sueño y reducir la fatiga ocular. Se recomienda reducirlas al menor tiempo posible, si es necesario usar horas del día para trabajar, y una hora solamente para ocio, en redes sociales o entretenimiento, etc.
Prueba a meditar todas las mañanas y/o antes de dormir.
La práctica habitual de meditación ofrece numerosos beneficios para la salud. Se relaciona con: reducción del estrés, mejora de la regulación de la frecuencia cardíaca, mejora de la concentración y promoción de sensación de paz/armonía interior, entre otros.
La meditación como hábito es sumamente saludable, para el cuerpo y la mente. Practicarla todos los días, aunque sean pocos minutos, puede ser un gran cambio positivo para tu bienestar diario.
Cuida tu salud mental
La salud mental es tan importante como la salud física. Buscar apoyo profesional o explorar terapias enfocadas en salud mental, puede ser un paso útil para mejorar el bienestar general. Aunque no sientas que tienes un motivo o problema en particular a tratar, la terapia psicológica enfocada a mindfulness por ejemplo, ayuda al aprendizaje del manejo del estrés y la mejora de la gestión de las emociones.
El buen manejo del estrés y las emociones, es una esfera importante de la salud, que tiene repercusiones positivas en la salud física, ayudando a prevenir enfermedades por estrés y ansiedad.
https://www.vanguardia.com/entretenimiento/salud/un-2024-mas-saludable-asi-puede-aumentar-el-consumo-de-verduras-en-su-dieta-diaria-NM8349953
https://habitossaludablespro.com/12-habitos-para-una-vida-saludable-en-2024/
https://www.mapfre.com/actualidad/salud/habitos-saludables/
https://institutoeuropeo.es/articulos/insights/consejos-para-afrontar-el-2024-con-una-mente-y-cuerpo-sanos/
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