Planificar las comidas y cenas de toda la semana, supervisar las tareas escolares de los hijos, estar pendiente de los grupos de WhatsApp y de los mails del colegio, llevar a los pequeños al médico… Este listado de tareas invisibles y no cuantificables en tiempo siguen siendo, a la práctica, responsabilidad de las madres.
La doble carga de laboral y familiar empeora la salud mental de las mujeres y no tanto la de los hombres, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Melbourne y que ha sido publicado en la revista "The Lancet Public Health".
De los 14 estudios incluidos, con un total de más de 66.800 participantes en todo el mundo, cinco examinaron el trabajo no remunerado (incluido el cuidado a familiares), nueve examinaron el tiempo de trabajo doméstico y, de estos, cuatro el cuidado de los niños.
Los investigadores descubrieron que, además de la penalización económica que experimentan las mujeres al asumir la mayor parte de la carga laboral no remunerada del mundo, también existe un coste para su salud mental.
En general, en 11 de los 14 estudios examinados, las mujeres informaron de un aumento de los síntomas depresivos o de angustia psicológica. Para los hombres, solo tres de los 12 estudios posibles informaron sobre alguna asociación negativa.
«Esta doble carga de trabajo remunerado y no remunerado expone a las mujeres a un mayor riesgo de sobrecarga, pobreza de tiempo y peor salud mental. De manera crucial, las mujeres también intercambian rutinariamente horas de trabajo remunerado para cumplir con sus responsabilidades laborales no remuneradas desproporcionadamente altas», han explicado los expertos.
Tener un empleo supone ganar dinero y ser más independiente. Sin embargo, acceder al mercado laboral no es fácil, sobre todo, para las mujeres.
La discriminación de las mujeres en el empleo es un hecho evidente que aún persiste en nuestros días. Ellas tienen menos oportunidades: ocupan puestos de inferior categoría y tienen más dificultades de acceso, de ascenso, de permanencia y de tener las mismas condiciones laborales. Protagonizan, además, los trabajos más precarios y cobran menos por igual o similar trabajo. También, de cada dos personas que trabajan en la economía sumergida, dos son mujeres. A ello hay que añadir que el paro también se ceba con ellas.
Más complicado resulta aún para las mujeres con hijos, la falta de corresponsabilidad les lleva a asumir casi en exclusiva el cuidado del hogar y la familia, desembocando en la doble jornada laboral.
La doble jornada laboral
Hablamos de doble jornada laboral cuando nos referimos a la doble carga de trabajo que sufren las mujeres, al tener que compaginar, por falta de corresponsabilidad y conciliación, el trabajo remunerado del ámbito laboral con el trabajo no remunerado del ámbito doméstico.
La doble jornada no solo significa mayor número de horas de trabajo, uno remunerado y otro no. También supone una división emocional entre las exigencias del empleo y las demandas de la familia.
El estudio Desigualdades de género en el trabajo remunerado y el no remunerado tras la pandemia, hecho público en febrero 2023 por el Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa”, indica que los hombres invierten cada semana 28 horas al cuidado de menores y a hacer las tareas del hogar, pero esa cifra aún está muy lejos de las 43 horas que dedican ellas.
A pesar de la brecha aún existente, las autoras del estudio, Lídia Farré (Universidad de Barcelona) y Libertad González (Universidad Pompeu Fabra), detectan una mejoría en comparación con la situación prepandemia.
"Las mujeres siguen asumiendo gran parte de las responsabilidades familiares", afirma la investigación.
Este trabajo continuo provoca que las mujeres tengan pocas posibilidades de desarrollar otras facetas de la vida, como disfrutar del ocio y del descanso. Tienen menos tiempo para si mismas, así como más dificultades para formarse y progresar laboralmente.
Todo ello, en su conjunto, aumenta la predisposición a sufrir accidentes, enfermar o convertir en crónicas las dolencias que ya existen. No obstante, este deterioro de la salud no se manifiesta solo al ámbito físico. También al mental: agotamiento, fatiga, estrés…. Estos riesgos permanecen invisibles. Sus efectos se van acumulando y tienen consecuencias a largo y corto plazo.
Una distribución más igualitaria de las responsabilidades del cuidado, repercutiría positivamente en la salud de las mujeres.
La salud laboral de las mujeres
Sin embargo, los efectos sobre la salud no solo se ubican en la falta de corresponsabilidad y las interminables dobles jornadas, se dejan notar también en la división sexual del empleo.
Las mujeres y los hombres protagonizan trabajos diferentes, además las tareas que se les asignan a las mujeres tienen menor valor, reconocimiento y prestigio.
Aquellas profesiones que protagonizan más las mujeres son las de: personal de limpieza, cadenas de montaje, cajeras de supermercado, enfermeras, cuidado de personas mayores y dependientes, maestras, dependientas, peluqueras… Estos empleos exigen: agilidad, atención, concentración y precisión al realizar movimientos repetitivos a gran velocidad, afectando de manera directa a un grupo pequeño de músculos o tendones.
También supone mantener siempre la misma postura, dando como resultado la monotonía y el sedentarismo, artrosis en dedos y manos, dolores cervicales, dorsales y lumbares originados por malas posturas durante el trabajo a esfuerzos excesivos y a estos problemas se une el estrés laboral
Todo ello desemboca en una mayor frecuencia de caídas y golpes debido también a la fatiga y a problemas de diseño de equipamiento, generalmente adaptados para hombres, como los medios de protección y seguridad, y al cansancio por la doble jornada laboral.
Repartir las tareas del hogar
En muchas casas, el reparto de las tareas del hogar es causa de discusiones y fricciones, pero no solo en la pareja, sino entre padres e hijos. Los roles de género han hecho descansar en la mujer, la madre, el peso de la responsabilidad y tradicionalmente se enseñaba a realizarlas a las chicas.
Siguiendo con los datos del INE, sólo el 9'66% de los hombres realiza las tareas del hogar sin ningún tipo de ayuda, frente al 44'53% de las mujeres.
Quienes menos hacen son jóvenes entre 15 y 24 años, aunque para esto también hay diferencias: sólo un 2'55% de los chicos realizan en solitario las tareas del hogar, frente al 9'19% de chicas.
La conciliación laboral : Clave en la Igualdad
Datos en España:
· De las 54.723 excedencias por cuidado de familiares en 2020, el 87,2% correspondieron a mujeres.
· En 2019, de las 2.896.600 personas que trabajaban a tiempo parcial, el 74% eran mujeres y el 26%, hombres. La mayor parte trabajaban a tiempo parcial porque no encontraban otra cosa, y de las que lo habían elegido, un 21% lo había hecho para atender al “cuidado de niños, adultos enfermos, incapacitados o mayores” y “otras obligaciones familiares o personales”.
· Otro dato: si las españolas asalariadas trabajaran a jornada completa con la misma intensidad que los hombres (93%), se eliminaría el 60% de la brecha salarial de género.
En resumidas cuentas: si en una familia alguien tiene que trabajar menos o dejar de trabajar para cuidar, lo hacen ellas. La maternidad, en particular, tiene un claro efecto sobre la presencia y la permanencia de las mujeres en el mercado laboral y, por consiguiente, en el salario: las mujeres tienden a reducir su jornada, a acogerse a excedencias, incluso a dejar el empleo para asumir el cuidado de menores.
La conciliación busca equilibrar las responsabilidades laborales con las responsabilidades personales y familiares de un trabajador –cuidar a sus hijos, atender a personas enfermas o mayores o realizar las tareas domésticas– sin tener que sacrificar su carrera o sus ingresos.
Tipos de conciliación
Las prácticas comunes de conciliación laboral incluyen horarios de trabajo flexibles, teletrabajo, permisos de maternidad y paternidad, de lactancia y para cuidado de familiares enfermos, licencias parentales y programas de apoyo para cuidado infantil y de personas mayores.
La aplicación de una directiva europea de 2019 ha hecho que, en España, el permiso de paternidad pase de 5 semanas (2018) a 4 meses (2021), equiparándose al de las mujeres. Sin duda, un paso de gigante para que la conciliación deje de ser un problema exclusivo de las mujeres. Sin embargo, queda mucho por hacer, cómo lograr que existan suficientes plazas de guardería y resulten asequibles o ampliar los permisos para acercarnos a los países más avanzados de Europa.
Transformar las relaciones de género en la sociedad pasa, en resumen, por alcanzar un modelo de igualdad que permita a las mujeres y los hombres compartir las responsabilidades del hogar y la crianza de manera equitativa.
BIBLIOGRAFIA
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https://www.inmujeres.gob.es/publicacioneselectronicas/documentacion/Documentos/DE1701.pdf
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